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ELEGÍA DE LA RAZA


Era recio, el mas recio de todos los vaqueros
bajo este sauce, como bajo una jaula de jilgueros
aviamos plantado aquí la choza
la vida le pasaba asiendo risas en sus boca
como se pasa el rió haciendo rosas en la campiña
yo le daba mis brazos para que con ellos se ciña
como se ceñía la bota cuando se iba a luchar con los toros
y venia a la tarde con los ruidos sonoros de su grabe escuela
la choza bien abierta, abierta como el día,
sonreír le parecía con sus menudos dientes claros de candela
la india sola, sola y su  perro,
cerca del fogón preparando la ogasa, siempre le traia del serró
lomas de cóndor y pieles de chacal, adornos propios para mi raza
era de haberle vestido con su vestido de cabra, 
tenia espinas como tiene el rosal
y era una lazo de amor prendiendo su palabra.
 
Pero era recio, el mas recio de todos los vaqueros,
era de verle domando a los potros mas fieros; 
la arsilla de su cuerpo había sido forjada en las candentes fraguas de los volcanes
de tanto darse contra los torrentes, se había endurecido su cuerpo brullido
le habría paso hasta los huracanes y no le importaba dejar la vida
como una cinta de sangre en la punta de una lanza, 
acto para la guerra, acto para la labranza, hacia un puño de tierra,
 un océano de maíz, apegado a su choza como una raíz,
afilaba el machete de su venganza en la piedra negra de su orgullo
su palabra de odio era como un capullo...
Escarlata en su boca, de esbelta figura, de bronceada piel, así era el;
indio de la raza pura, hijo legitimo del sol;
 pero un día los recuerdos, un dia
un día el agua hizo chascar el látigo sobre el granito de sus espaldas
se holló un grito,un grito de coraje,
un grito fiero, que pareció rechinar entre sus dientes como una hoja de acero
grito de dado por aquel hombre que al sentir el rayo del látigo en su cara...
lanzo se feroz contra su amo!,
Con los ojos cerrado, como se lanzan los toros en envestir en el páramo. 
El amo tornoso del color que tiene los pétalos de las retamas 
Y un paso!, trágico, así tras, de repente!,
 sacudió su melena de llama, Del cinturón de cuero… 
salta la fiera de una pistola, pum!, el balazo! 
Y al sembrarse en la cara del recio vaquero hizo brotar una amapola de sangre
 Era la última víctima de la era de la conquista;
 Sus labios besaron la tierra y eran dos lucecitas moribundas su miraban, sus ojos 
Que eran como las semillas se avían enverdecido,
 Como los tigres morían mordiendo un bramido;
 Como me pase hasta la madrugada, 
con el oído puesto en su pecho, oyendo su vida, 
Después todo fue nada!;
 murió!, murió!, murió!...
 El más recio vaquero de todas las vaquearías,
 El que tenía las espaldas anchas como los troncos de pino, 
Después todo fue nada!...
yo indio tan!, yo indio tan!,
en el silencio de la noche, oigo el ruido que hace su bocina,
y ciento que por los caminos, camina arrastrando su poncho,
 Y tengo envidia del perro de los ojos de fósforo,
 Que debe verlo en el fondo de la nube, muy al fondo!
 Porque aúlla tan negro, porque aúlla tan ondo,
 canta!, canta!, canta mirlo negro,
 Di, di tu de profundo disto casa,
 rió que vienes gritando desde arriba, 
Llora mi dolor y el dolor de esta raza, de esta raza vencida, 
Juro!, juro que era bello como los buaros de las amapolas rojas,
juro que era bravo por eso lo domaron, 
Como se doman a los chúcaros con el látigo y la espuela, 
juro que tenían los muslos anchos y duros como de las chotas; 
Juro!, juro que algún día del bronce de su carne como del pedrisco a de brotar la luz, 
Pobre indio!, pobre raza vencida!,
 Hasta de Jesús no le enseñaron mas que la cruz y la corona de espinas,
 Nunca le dijeron que era hermano del hombre que habla castellano
 Y a golpe como de las minas extrajeron de su cuerpo el oro
 Por eso no tiene más amigos que el asno, el perro y  el toro. 
Canta!, canta!, canta mirlo negro,
  Di, di tu de profundo disto casa, 
rió que vienes gritando desde arriba, 
Llora mi dolor y el dolor de esta raza, de esta raza vencida! 

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